11 de octubre ESCRITOS DE MARIA VALTORTA.
Dice Jesús: «¿Cómo me debes llamar?
.¿ Cuáles son los nombres más dulces? Los del Cantar de los Cantares, hija y esposa de mi amor y de mi dolor. Tú dices que sólo la oración y mi palabra te calman en tu sufrimiento presente. Sí, has llegado a esto que es el punto más alto que el hombre pueda alcanzar de unión conmigo. Esto ya es éxtasis. 132 Sigue la anotación a lápiz: (Job. 28, 28) 133 En una copia dactilográfica la escritora anota a pie de página: de la perfección que puede ser alcanzada por una criatura. 226 Porque el éxtasis no es solamente el permanecer fuera de los sentidos por la alegría de contemplar visiones de Paraíso.
Es éxtasis -e incluso desde un punto de vista espiritualmucho más profundo que el primero, este ser abstraídos del dolor moral, además que del de la vida material, pero sin perder los sentidos, al hablar conmigo o al oírme hablar 134. Es más profundo. porque es obra producida únicamente por el amor. El éxtasis contemplativo mucho es obra de la Voluntad de Dios, que quiere que una criatura suya tenga la visión de cosas celestiales, o para atraerla mayormente a Sí, o para premiarla por su amor. Este éxtasis, en cambio, de fusión en vez que de contemplación, es obra cumplida por iniciativa de la criatura enamorada, llegada a tal potencia de amor de no poder nutrirse, respirar, actuar más que con el amor y en el amor. Es la «fusión». Es el ser «dos en uno». Algo que copia -con las proporciones impuestas por la naturaleza humana que por muy espiritualizada que esté por el amor siempre es humanalos inefables, indescriptibles, encendidísimos actos que regulan las relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Tres que son Uno, tres Amores que se buscan, se contemplan, se alaban mutuamente, envueltos y apretados en un único remanso de amor incandescente que hace de los Tres distintos una Unidad inseparable.
Canta el Gloria, María, porque has llegado a la semejanza de Dios en el punto más difícil y alto, y has llegado con tu amor que ya más no puede crecer, porque ahora amas a Dios con todas tus fuerzas: tu cuerpo y tu alma, y si atravesaras este límite que has alcanzado morirías abrasada por el ardor. ¿Ves, alma mía, que tu Jesús tiene razón al decir que el amor es el fin de la perfección humana? Renuncias, penitencias, enclaustramientos, nada son respecto al amor total. Puede existir un ermitaño penitente que es pobre respecto a un viviente en la sociedad que sepa amarme totalmente, hasta el anulamiento de sus sentimientos en Mí. ¿Ves, querida alma, que tu Maestro tiene razón cuando dice que el amor es superación del dolor? Si no hubiera amado así, ¿crees tú, María mía, que habría podido soportar la Pasión? Y ¿crees que mi Madre y la tuya habría podido soportar la suya? ¿Y que los mártires hubieran resistido las torturas? El amor no debilita el sentido doloroso del hombre, sino que le mezcla un licor de dulzura tan fortificante, que el más tremendo de los dolores se hace soportable para la criatura que lo sufre. El licor es la fuerza de Dios mismo que viene a vosotros con toda su potencia, más bien son las potencias de Dios que se precipitan en vosotros, atraídas por vuestro amor, y anulan vuestras fragilidades dándoos un vigor de luchadores celestiales.
Yo, el Victorioso, os comunico mi victoria sobre la debilidad de la carne, del corazón, y sobre la muerte. Yo vivo en el alma enamorada con una unidad inseparable como -Hombre entre los hombres- viví en unidad con mi Padre. María, la Unida a la Santa Trinidad, os comunica su potencia de amor que atrajo a Dios en Ella desde el profundo de los Cielos, y con su sonrisa os enseña a amar con la perfección que tuvo. Ve por tanto, alma mía, las divinas y excelsas potencias y semejanzas a las que lleva el amor total. Yo, que te he escogido para la misión de dolor y de luz, quiero verter sobre ti las olas del éxtasis del amor. Te quiero saturar de manera que tú huelas a Mí, y mucho más celestialmente que la reina Esther cuya cabeza estaba impregnada de perfumes de la tierra para gustar a su rey. Yo, en la hora en que te conviertas en reina del Reino que te he preparado y esposa unida al Esposo en el Palacio del Rey de reyes, quiero que tú estés macerada de amor, o sea de Mí mismo, hasta el punto que ya no quede nada de ti y sea Yo, 134 Nota del editor: La frase, un poco retorcida, significa: Es éxtasis… cuando el hablar conmigo o el oírme hablar os abstrae del dolor… sin haceros perder los sentidos 227 sólo Yo, quien viva en ti. Ven. Sígueme. Cada vez más cerca.
Tu ojo sólo tiene que buscarme y tu oído estar atento a oírme. Tu gusto debe encontrar insípido todo alimento que no sea el mío, y tu tacto repeler todo contacto que no sea el mío. Tu olfato debe gustar únicamente la fragancia de tu Esposo, ya no escondido, sino que camina delante de ti para señalarte el camino que conduce a la bienaventuranza celestial. Te he atraído y te atraeré cada vez más emanando olas de olores y de luces que te raptarán de las cosas de la tierra. Eres mía. Te he querido y te tengo. Ahora te tengo, y sólo un deseo tuyo, que no vendrá, podría apartarte de Mí. Pero no vendrá. Antes vendrá la llamada «muerte», o sea las bodas de tu alma conmigo. Entonces la alegría será completa. Yo te cogeré de la mano y delante a mi Corte diré: «He aquí a mi pequeña reina cuyo vestido fue entretejido con penitencias y adornado con lágrimas, cuya corona está hecha de amor. Se ha preparado para esta hora con tanto dolor. Ahora el dolor ha terminado para ella y llega el amor libre y eterno del Cielo. Alegraos, habitantes celestes, por esta nueva hermana que ha terminado las luchas y entra en la paz» 135». Oraba, esta mañana a las 5,30, y tenía entre las manos las oraciones de Sor Benigna Consolata 136. Leía el punto: «Cómo se debe hacer en estado de aridez». Todos los días leo un punto que permanece como pensamiento religioso de toda la jornada.
Leía: «Llamarlo con los nombres más dulces», y he preguntado a Jesús: «¿Cuáles son los nombres más dulces para Ti?». Me ha respondido al instante, con las palabras que he escrito. Creo que quiera hablarme del Cantar de los Cantares para llevarme al verdadero fulgor. Creo… porque a veces cambia de tema después de un punto y a mí no me queda más que ir detrás de Él. Crea, Padre 137, que he llorado de dulzura y me he sentido envolver y encender de llamas, incluso materialmente.